Las experiencias obtenidas con la programación neurolingüística, me han llevado a confirmar que en la vida es imperativo hacer pausas obligatorias; pausas que realmente nos den la oportunidad de hacer conciencia sobre lo que ha sucedido, cómo ha sucedido y cómo queremos que en adelante suceda. Que nos den la posibilidad de evaluar, entender, aprender, corregir y ratificar si es el caso, que incluso nos permitan reflexionar para encontrarle un verdadero sentido a la vida.
Dichas pausas deben obedecer a una decisión personal que refleje el control que debemos tener sobre nuestra vida, porque de lo contrario nos la pasaremos distraídos haciéndole el juego a las urgencias, moviéndonos como carros locos sin rumbo, sin saber lo que queremos, sin tener un foco claro que nos permita avanzar con éxito.
Estas detenciones voluntarias pueden ser largas o cortas. Las largas no necesariamente deben ser tan frecuentes ya que requieren más elaboración, tiempo y una altísima dosis de sinceridad con nosotros mismos, de tal forma que nos lleven a hacer evaluaciones juiciosas de lo que ha sido nuestra vida, para aprender de los errores, modificar lo que haya que modificar, fortalecer lo bueno que hemos hecho y por supuesto construir futuro.
Las cortas en cambio, son las que nos permiten hacer seguimiento a nuestro día a día, para ocuparnos de los pendientes, entender los resultados buenos o malos y corregir oportunamente si es necesario, sin distraernos con el bullicio que nos generan los afanes diarios.
Por otro lado, están las pausas obligatorias “forzadas”, aunque en principio este término puede sonar redundante, realmente no lo es; ya que son pausas que no dependen de nuestra voluntad y que nos vemos obligados a hacer por factores externos. Tal es el caso de las que nos ha tocado hacer a raíz de la pandemia y el paro nacional. A mi juicio, unas y otras nos han obligado a repensarnos como personas y como sociedad.
La pandemia por ejemplo, a muchos nos ha llevado a esculcar nuestro interior para reflexionar y comprender lo equivocados que estábamos en nuestra forma de afrontar la vida; a valorar el ser por encima del tener, a entender que podemos vivir mejor ligeros de equipaje, de una manera más práctica y sin tantos aspavientos.
El paro en cambio, a quienes por alguna circunstancia nos ha tocado conocer directamente la realidad de lo que ha venido sucediendo, nos ha permitido sacar conclusiones importantes sobre el enorme riesgo de vivir en una burbuja dándole la espalda a realidades como la desigualdad y la falta de oportunidades para nuestros jóvenes. Esta es una realidad que exige acciones inmediatas. En el Valle del Cauca por ejemplo, ha surgido una importante iniciativa que se llama “Compromiso Valle”, a través de la cual ciudadanos, empresas y fundaciones se han unido para crear oportunidades que transformen vidas, generen empleo, ingresos, nuevos liderazgos y mejor educación, en procura de una sociedad más justa y equitativa.
Finalmente, los invito a que luego de hacer estas pausas, con todos los aprendizajes recibidos, hagamos que las cosas sucedan. Evitemos quedarnos simplemente en la reflexión y los buenos deseos, y procedamos como se está haciendo en al Valle, dejando de ser unos meros espectadores para convertirnos en verdaderos protagonistas de un mundo mejor. No podemos olvidar que siempre, todos, tenemos mucho que dar.
Luis Guillermo Buitrago Castro
Comunicación Estratégica y Liderazgo
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