La cultura corporativa, empresarial u organizacional, es un concepto que se ha ido convirtiendo en uno de los pilares fundamentales de las empresas; de hecho, muchos la han asociado con la personalidad de las organizaciones. Los expertos la definen como “las normas y comportamientos por las cuales se rige una organización”. A mi juicio, es lo que de verdad les permite a las compañías Marcar la Diferencia con la competencia. Cuando la tienen, sencillamente se nota y de muy buena forma; no tienen que hacer demasiados esfuerzos para destacarse en el mercado.
En diferentes escenarios empresariales en los cuales he tenido la oportunidad de participar, se insiste en la importancia de tener una cultura corporativa sólida, que por encima de cualquier consideración, garantice la generación de confianza, dándole tranquilidad a quienes hacen parte de estas organizaciones y a sus diferentes grupos de interés, por el hecho de conocerse de antemano su forma de ser y de actuar. En la medida que esto se logre, tendremos compañías mucho más vigorosas, más humanas, más cercanas, que contribuyan con creces al fortalecimiento del tejido empresarial.
Lo que no puede pasar, y que aún se presenta en muchas ocasiones, es que tengamos organizaciones que no se estén ocupando en tener una cultura corporativa definida que la identifique y sea parte de su esencia. Esto nos traslada a épocas pretéritas donde las empresas solo se preocupaban por tener buenos rendimientos, sin darle toda la importancia a la gente que contribuye enormemente a que estos resultados se den.
Una buena Cultura Corporativa fortalece la confianza al interior de la organización y hacia afuera. En muy buena medida refleja el pensamiento y la forma de ser de los fundadores y directivos. Las compañías que la tienen hacen especial énfasis en las habilidades blandas, ocupándose prioritariamente de las personas que la conforman. Al tenerla surge un nuevo reto, y es determinar la mejor forma de comunicarla para que todos los que hacen parte de la organización la conozcan, estén alineados con ella y les permita estar tranquilos al conocer las reglas del juego. Hacia fuera, la forma ideal de comunicarla es a través de sus buenas actuaciones, procurando que siempre sean genuinas y estén regidas por la congruencia en lo que se dice, se hace y se pide.
Si logramos tenerla consolidada y que la gente la conozca, será un factor determinante para lograr la Retención y atracción de los mejores talentos. Cada vez más el buen talento busca las organizaciones identificadas como “el mejor lugar para trabajar”. Allí se sienten a gusto, valorados, con responsabilidades y posibilidades de formación, progreso y crecimiento personal. Y por su parte, las compañías logran aumentar el sentido de pertenencia de sus colaboradores, consiguiendo de parte de ellos la famosa milla extra que se verá reflejada en unos muy buenos resultados operacionales.
Si no hay una alineación clara entre por qué y para qué existen (propósito), en qué se fundamentan (valores) y cómo funcionan (cultura), las compañías tendrán serios problemas para definir su identidad, posicionar su marca, atraer y retener a los mejores talentos y potenciar la experiencia del colaborador. Precisamente las que mejor lo han hecho, son las que han logrado resistir las peores amenazas; un buen ejemplo lo acabamos de presenciar en el transcurso de esta pandemia, donde las organizaciones con una cultura fortalecida han sido las que mejor le han puesto el pecho a la brisa.
Hoy quiero hacer una doble invitación; por un lado, a los empresarios a que hagan sus mayores esfuerzos para tener compañías con una muy buena cultura corporativa que no solo sea sumamente atractiva, sino que también tenga una alta dosis de generación de valor; y a la comunidad de clientes y consumidores, para que a su vez reconozcan este esfuerzo premiándolas con su fidelidad.
Luis Guillermo Buitrago Castro
Comunicación Estratégica y Liderazgo
luisgbuitrago@gmail.com