El 6 de marzo de 2020 fue confirmado el primer caso de  COVID-19 en Colombia. Como en su momento lo dije,  nunca entendimos que algo que en principio veíamos tan  lejano nos fuera a tocar directamente, y de qué manera,  con unas consecuencias impredecibles, dejando tantas  víctimas a su paso, y un sinnúmero de repercusiones  económicas, sociales, con un detrimento en la calidad de  vida y una afectación en los pilares fundamentales de una  sociedad, como por ejemplo en la calidad de la educación  con todas las funestas consecuencias que esto nos puede  traer.  

El mundo entero emprendió una cruzada para desarrollar  la vacuna que nos permitiera enfrentar esta terrible  realidad; laboratorios y entes estatales entraron en una  verdadera competencia por lograr ser los primeros en  conseguirla. Literalmente todos anhelábamos  encontrarnos con la buena noticia de la llegada de la  vacuna, hasta que por fin llegó; para ahí sí proceder con  una vacunación masiva que permitiera inmunizar el mayor  número de personas y encontrar la ruta para volver a la  normalidad. 

Hoy después de algo más de 2 años, cuando la pandemia  prácticamente está en su etapa final, he querido hacer  algunas reflexiones que espero contribuyan en lo bueno que, a pesar de todo, esta pandemia nos debe dejar.

Empiezo por lo que debería ser una de nuestras mayores  obsesiones, y es el fortalecimiento de la humildad, al  entender que a pesar de todos los avances tecnológicos que los seres humanos hemos presenciado durante los  últimos años, absolutamente nadie pudo prever una  situación como la que se presentó. Ni la inteligencia  artificial, ni las nuevas tecnologías, ni los patrimonios más  poderosos del mundo, pudieron anticipar una situación  como esta, razón por la cual absolutamente nadie estaba  preparado para enfrentarla. Fue mucho lo que nos costó  acomodarnos a convivir con ella mientras estuvo presente. 

Ojalá muchos hayamos entendido, que definitivamente lo  más importante es ocuparnos del ser por encima del tener. Comprendiendo que se puede vivir sin aspavientos,  dejando a un lado el exagerado consumismo que tanto  perjuicio le genera a una sociedad. Entendiendo también  que podemos vivir mucho más ligeros de equipaje,  dándole un valor especial a lo realmente importante, como  por ejemplo nuestra salud y nuestra libertad. 

Toda esta incertidumbre nos llevó a hacer muchos  ensayos, llegando al punto de desgastar un concepto tan  importante como lo es el de la reinvención; asumiendo de  una manera apresurada que todos debíamos emprender  ese camino, incluso llegando a afirmar que el que no se  reinventara salía del mercado. Finalmente, la historia nos  ha demostrado, que más que reinventarnos, lo que  debíamos era innovar y adaptarnos a la nueva realidad.

Todo lo anterior debe estar enmarcado en algo  fundamental, nuestro propósito superior; que es vivir  teniendo claro para qué estamos en este universo, algo  que nos va a permitir asumir la vida con un verdadero  sentido, entendiendo que bajo esta premisa, estaremos  siempre motivados en el desarrollo de todas nuestras  acciones. 

En las organizaciones aprendimos a tener mayor agilidad  en las decisiones, fortaleciendo además el liderazgo  colaborativo, comprendiendo que al juntarnos con  generosidad, anteponiendo siempre el interés general al  particular, lograremos tener mejores resultados,  fortaleciendo sin egoísmos el tejido empresarial.  

Partiendo de estas reflexiones, quiero invitarlos a que no  desaprovechemos esta oportunidad para hacer una pausa  y asumir ahora sí los aprendizajes recibidos, para vivir  distinto, siendo mejores personas. Estoy seguro que si  hacemos un recorrido más detallado por todos estos  meses, nos vamos a encontrar con muchas más que nos  serán de gran utilidad. 

Luis Guillermo Buitrago Castro 

Comunicación Estratégica y Liderazgo 

luisgbuitrago@gmail.com 

www.luisguillermobuitrago.com

© Luis Guillermo Buitrago. Derechos reservados.
Terminos de uso | Politica de privacidad | Creado por CASTAÑO360