Después de unos muy difíciles meses de pandemia, comenzamos a ver la luz al final del túnel. La anhelada vacuna ya es una realidad, y estamos cada vez más cerca del inicio de la vacunación.

Claro está que lo que estamos presenciando es el fiel reflejo de lo que es la condición humana. Primero clamábamos por la vacuna, deseábamos con fervor que la descubrieran, incluso muchos participamos en cadenas de oración y ruegos, con la esperanza de que los laboratorios que estaban adelantando sus investigaciones, las lograran cristalizar con éxito. Y por fin llegó la noticia: “Habemus vacuna”. Ahora que ya es una realidad y que la vacunación va a comenzar, han empezado a surgir voces que se están encargado de sembrar pánico frente a la vacuna. Estas personas se han puesto en la tarea de generar dudas infundadas, demostrando una vez más que hay muchos a los cuales les conviene sembrar el caos manipulando y generando incertidumbre, ya que es bajo estos escenarios donde se sienten como pez en el agua y logran sus propósitos. Y lo peor, es que hay otros tantos que se están dejando llevar por la absurda andanada de estos aprovechados inescrupulosos.

Obviamente tenemos que vacunarnos, entendiendo que este proceso de vacunación será el principio del fin de la pandemia, pues así lo han asegurado las voces más autorizadas en el mundo. Recordemos que las estrategias utilizadas hasta ahora, buscaban básicamente ganar tiempo mientras llegaba la vacuna salvadora; de manera que ahora que llegó, no debemos hacer otra cosa que aplicárnosla.

Esta pandemia ha traído enormes dificultades de todo tipo; se han perdido vidas, se han generado múltiples problemas económicos y sociales, la calidad en la educación se ha visto seriamente afectada, para enumerar algunos pocos; pero a muchos, me incluyo entre ellos, también nos ha servido para hacer esas pausas obligatorias que debemos programar en la vida con el fin de reflexionar y entender que en este universo hay cosas mucho más importantes sobre las cuales hay que trabajar. Por eso es fundamental que también nos vacunemos contra otros males que nos están acechando; con una ventaja, estas otras vacunas dependen solo de nosotros.

Debemos entonces vacunarnos también contra la envidia; no hay ninguna razón para vivir tristes y aburridos por estar pendientes de lo que no tenemos y tienen los otros. Vacunémonos contra la falta de humildad, de tal forma que podamos reconocer nuestros errores y aplaudir sinceramente el éxito de los demás.

Vacunémonos contra la falta de solidaridad y la indiferencia. Ha quedado demostrado a través de esta pandemia que la solidaridad es una de las mejores herramientas para enfrentar situaciones adversas. El liderazgo colaborativo se debe convertir en un protagonista permanente.

Y finalmente vacunémonos contra la falta de empatía. Tenemos que ponernos en la situación emocional del otro para entendernos mucho mejor y para garantizar relaciones más sólidas.

Ojalá la luz que estamos viendo al final del túnel nos ilumine con total intensidad y nos permita entender que es mucho lo que tenemos que mejorar. Por eso les quiero insistir en que la opción es vacunarnos.

 

Luis Guillermo Buitrago Castro

Comunicación Estratégica y Liderazgo

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